DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS - страница 31

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Había ido una tarde a ver una película cubana que estrenaban en el cercano cine “Payret” y cuando salgo de allí, venía con la vista gacha encendiendo un cigarro y miro para el frente del Capitolio veo una gente conocida. El corazón me dio un brinco, no podía ser. Agucé la mirada y aun así me parecía que estaba soñando. Mis pies, creo que sin que el cerebro se lo ordenase ya me estaban acercando a ella. No me había visto y cuando le hablé, bajito por la duda de estar equivocado, la voz me salió gruesa y era por el nerviosismo


_ ¡¿Bety?!


Se volvió poniéndose al mismo tiempo las manos en la cabeza.

_Pero Rey, si tú me has caído del cielo, mi Patico_ y al momento comenzó a llorar emocionada.


Sí, era mi Bety, la rubita alocada de aquellas noches camagüeyanas.


_Pero muchacha, ¿qué tú haces aquí? Yo te hacía en Rusia ¡Cálmate! Ven, vamos a conversar.


Sentados en la escalinata del Capitolio me pasó todo el casete. Cuando abordó el barco para Odesa debía haber caído con la menstruación desde una semana antes, pero no le dio mucha importancia al asunto pensando que el nerviosismo por el viaje era el culpable del atraso. Le ayudó a corroborar la idea de que no estaba embarazada, el hecho de que fue una de las que menos vomitó a causa de los mareos en el viaje, que dice que entre hembras y varones hizo estragos debido al mal tiempo que los acompañó.


Llegaron a Odesa después de veintiún días de navegación y nada de regla, llegaron a Tula la ciudad donde iban a estudiar y nada, pasó otro mes y empezó a preocuparse seriamente, pero no fue al médico. Me contó que allá los servicios de salud eran un desastre, olvídate de lo que publican en Spútnik, me dijo que aquello había que verlo para creerlo. En definitiva cuando fue y le corroboraron que tenía casi tres meses y que no se lo podían sacar decidió continuar fingiendo, pues sabía que estaba prohibido estrictamente a las estudiantes salir embarazadas. Se le ocurrió ponerse una faja y como estaban a fines de otoño y en el invierno los largos y gruesos abrigos que debían usar le escondieron la barriga pudo seguir ocultando el hecho hasta que ya en febrero, con siete meses, la bomba explotó. Se enteró el representante de los alumnos, después el jefe de la oficina, luego otro funcionario de la embajada, hasta que decidieron enviarla de regreso a Cuba.