Uno puede perder una pareja por varios motivos, o bien puede divorciarse, o puede fallecer. El caso, es que te sientes desvalido/a, todo cambia, pues no vuelves a vivir esa seguridad, afecto, protección y amor, que tu pareja te brindaba.
Te vuelves a plantear una nueva vida sin esa persona. Es un gran cambio, y en cualquiera de los dos casos has de aprender a superarlo pues te sientes dolido/a. La vida trae una gran lección. Pasará el tiempo y no debemos cerrarnos al amor, y quien sabe puede volver a llamar a tu puerta.
La muerte de una mascota, es más que la simple pérdida de un animal, es también la pérdida de un miembro más de la familia, un compañero y amigo. Son sentimientos que están ahí y necesitas expresar. Háblalo con amigos y familiares, pues necesitas su apoyo para ayudarte a salir adelante. Viví la muerte de varias mascotas que aún siguen en mi recuerdo.
Posteriormente, experimenté la muerte de mi hermana cuando ella tenía 18 años, con un gran dolor, y a día de hoy, la sigo considerando una muerte injusta. Pero la vida seguía y aún me quedaban mis padres.
Agradecida por todo lo que me dieron durante todos esos años siguientes. Todo cambió cuando a papá le diagnosticaron una terrible enfermedad, que fue minando su cuerpo rápidamente.
Mamá fue una persona dependiente, que no se valía por sí misma y necesitaba de los cuidados míos y de papá. Siempre lo llevó con alegría, animándonos a todos para conseguir nuestras metas y deseos. Hasta que papá no pudo más, y el cáncer se lo llevo demasiado rápido hace unos meses. Mamá a los pocos días, decidió tirar la toalla. Habían estado juntos 50 años y no concebía la vida sin él. Me había comentado que ya tenía su camino hecho, y que yo debía seguir para adelante.
Aunque mis padres y yo, vivíamos prácticamente al lado, después de la muerte de mi padre estaba preparando un nuevo hogar, para tenerla conmigo y vivir juntas.
No me dio tiempo. Se fue tan rápido, y aún tenía en mi mente el entierro de mi padre.
Sentí una soledad inmensa, todos esos síntomas emocionales y físicos que describí anteriormente, pero que soy incapaz de describiros realmente. Solo deciros que es un dolor que no se parece a nada de lo que haya vivido anteriormente.
Y poco a poco, vas viviendo el día a día, vas “haciendo callo” a la vida. Los recuerdos siguen ahí, y sé que están conmigo mirándome desde arriba. Darles las gracias por los valores que me transmitieron, son fuente de mi sabiduría, perdurarán en el tiempo y en mi ser por siempre.