Y ahora me diréis: ¡No entiendo para nada que tengo que agradecer!
Hay mucho que agradecer siempre a la persona que se ha ido si la hemos amado inmensamente: El privilegio de haber compartido nuestra vida, y las enseñanzas que nos ha dado.
Y por otra parte si queda alguna cuenta por saldar, las lecciones que hemos aprendido.
Pero ¿Cuál es el trabajo interior que realmente tenéis que hacer?
Conseguir la tranquilidad para poder avanzar, mantener solo los buenos recuerdos aceptando los que no podemos cambiar, sacando partido de todo ello para nuestro bienestar emocional.
Cada uno de nosotros tiene una idea del amor, pero ahora lo que yo quiero es intentar que or reconciliéis con vuestro Yo interior. Intentéis aceptar lo complicado y duro que desde mi opinión hay en una pérdida.
Toda pérdida, como la misma palabra indica, impide muchas veces llevar a término aquellas conversaciones que teníamos pendientes. Para poder llegar a ese punto, primero hemos de negociar con nosotros mismos, con nuestro interior, logrando, aceptando, que hay cosas que no podemos cambiar.
Por eso, para mí es importante que encontremos puntos de conexión, positivos y buenos. Cuando amamos a alguien, nuestra sensación corporal es de fluidez, relajación, felicidad. El amor es lo más sublime que hay que te puedas imaginar, pues enriquece la vida.
La manera de demostrar el amor hacia los otros, es muy peculiar, diferente en cada uno de nosotros. Y no por ello es igual de valioso. Hemos de respetar cualquier forma de amarse, siempre que la persona se sienta feliz.
Existen personas que son tiernas y fuertes a la vez. Hay amores cálidos y acogedores que le dan la felicidad a todo el mundo que tienen alrededor, perdonan todo.
Hay otro tipo de amores que son más rígidos, a los que les gusta la disciplina y no por ello dejan de ser amores. Muchas veces no entendemos muchas cosas, se nos escapa su comprensión. Aprender a escuchar y ponernos en el lugar de otra persona, puede ayudar a entenderlo.