– Vamos. Tenemos que encontrar al guardián de la daga-bǐ 匕.
– ¿Para qué?
– Ya lo sabrás. – dijo Crepúsculo-Xī 夕, mientras tiraba bruscamente de la cadena hacia sí, de modo que el metal que rodeaba el cuello de André cortó su piel, dando un matiz escarlata en el fondo del paisaje crepuscular.
Cuento 2. Mamá, llévame a casa.
Había una vez un joven llamado Lacho, de origen gitano, cuya curiosidad era insaciable desde su infancia. Su inmenso talento lo llevó a explorar todos los aspectos de la vida, y se convirtió en una persona extraordinaria en múltiples campos como la pintura, la literatura y la programación informática.
Cuando cumplió 18 años, Lacho ya había creado obras maestras sin igual y había acumulado una gran fortuna vendiendo su propiedad intelectual en cuentas virtuales. Sin embargo, había un problema que le impedía acceder a su dinero: al ser gitano, no poseía un pasaporte de ningún país para retirar los fondos a una cuenta bancaria.
Desesperado por resolver esta situación, Lacho intentó obtener la nacionalidad en distintos países, pero cada nación le imponía condiciones que iban en contra de sus principios y de la esencia misma de la naturaleza humana.
Lleno de frustración, Lacho decidió piratear el sistema del país con el pasaporte más poderoso del mundo. Creó un personaje ficticio, un bebé que según sus documentos había nacido en una gran ciudad. Sin embargo, en realidad, el pequeño, llamado Esteban Saviola, nunca había sido dado a luz.
Durante 18 años, Lacho continuó creando obras maestras, sistemas digitales, y acumulando más riqueza en las cuentas bancarias de este personaje ficticio, Esteban.
Cuando Esteban Saviola alcanzó la mayoría de edad, Lacho transfirió los fondos acumulados a sus cuentas bancarias. Con su nueva riqueza, compró una isla y creó su propia corporación-país. Intentó atraer a otros gitanos de todo el mundo, brindándoles las condiciones ideales para su crecimiento económico.