Поцелуй и другие легенды. Уровень 1 / El beso y otras leyendas - страница 3

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En este punto, uno de los presentes que, al parecer, tiene información sobre el mal humor con el que el joven oficial ha aceptado acomodar a su gente en la iglesia abandonada, le dice en tono burlón:

– ¿Qué tal la noche en el alojamiento que ocupáis, soldados?[10] – pregunta el oficial.

– Ha habido de todo, no he dormido mucho, – contesta el capitán. – El origen de mi vigilia merece la pena. He visto a una mujer bonita, ella ha rezado antes del altar[11]. No es el peor de los males.

– ¡Una mujer! ¡Eso es suerte!

– No la conocía, nunca creí encontrar una patrona tan bella.

– Es una verdadera aventura.

– ¡Cuéntala! – todos prestan atención.

Comienza la historia así:

– Anoche dormí como un hombre que está cansado de caminar trece leguas, – empieza su historia el soldado. – De repente, un ruido horrible me despertó y me incorporé asustado en la cama[12]. Fue un estruendo tan fuerte que me ensordeció por un momento y luego me zumbaban los oídos durante casi un minuto, como si una mosca me estuviera cantando al oído. Como puedes imaginar, la causa de mi susto fue el primer golpe de esa maldita campana grande, una especie de cantor de bronce que los canónigos de Toledo han colgado en su catedral[13]. Maldiciendo en voz baja a la campana y al campanero que la toca, me disponía, una vez que se apagó aquel ruido inusual y temeroso, a retomar el hilo de mi sueño interrumpido, cuando mi imaginación fue herida y se presentó ante mis ojos algo extraordinario. A la luz de la luna que entraba por una pequeña ventana en el muro de la capilla principal, vi a una mujer arrodillada junto al altar[14].

Los oficiales se miraron entre sí con expresión de asombro e incredulidad; el capitán, sin prestar atención al efecto que su relato causaba, continuó de esta manera:

– En la oscuridad de la capilla, vi algo muy especial y mágico que no puedo describir con palabras. La mujer era como esas imágenes sagradas que se ven en las ventanas de colores en las iglesias. Su rostro era suave y tenía una expresión tranquila y triste[15]. Su piel era muy pálida y su figura delgada y elegante[16]. Vestía un hermoso vestido blanco y parecía flotar en el aire. Me hizo recordar a las mujeres de mis sueños de cuando era niño, seres divinos y puros que solo existen en mi imaginación. Me creo juguete de una alucinación y, sin apartar los ojos, ni siquiera respirar, temiendo que un soplo desvanezca el encanto. Ella permanece inmóvil. Al verla tan brillante y luminosa, me parece que no es una persona normal, sino un espíritu que ha tomado forma humana por un instante. Parecía que el rayo de la luna ha dejado una estela en el aire, que desciende verticalmente desde la ventana alta hasta el suelo, rompiendo la oscuridad del lugar misterioso