Поцелуй и другие легенды. Уровень 1 / El beso y otras leyendas - страница 4

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– Pero… – exclama interrumpiendo un camarada de colegio, quien comienza bromeando acerca de la historia y termina interesándose por su relato. – ¿Cómo estuvo allí esa mujer?[18] ¿No le dijiste nada? ¿No te explicó su presencia en ese lugar?

– No me decido a hablarle porque estoy seguro de que no me contestará, ni me verá ni me escuchará.

– ¿Es sorda? ¿Es ciega? ¿Es muda?[19] – exclaman al mismo tiempo tres o cuatro de los que escuchan la narración.

– Es todo eso a la vez, – exclama finalmente el capitán después de un momento de pausa, – porque es… de mármol[20].

Al escuchar el sorprendente desenlace de tan extraña aventura, todos los presentes en el grupo estallan en una risotada ruidosa, mientras uno de ellos le dice al narrador de la historia singular, quien es el único que permanece en silencio y con una actitud seria:

– ¡Por fin lo concluyes! Yo tengo más de un millar de ese tipo, un auténtico harén en San Juan de los Reyes[21]. Un harén que desde ahora pongo a tu disposición, ya que al parecer tanto te da una mujer de carne como de piedra.

– Oh, no… – continúa el capitán sin alterarse en lo más mínimo por las carcajadas de sus compañeros. – Estoy seguro de que no pueden ser como la mía. La mía es una verdadera dama castellana que, por un milagro de la escultura, parece que no ha sido enterrada en su sepulcro[22]. Ella aún permanece de rodillas sobre la losa que la cubre, inmóvil, con las manos juntas en un gesto suplicante, sumergida en un éxtasis de amor místico.

– Te explicas de tal modo que acabas por probar la verosimilitud de la fábula de Galatea.

– Por mi parte, puedo decir que siempre creo que es una locura, pero desde anoche comienzo a comprender la pasión del escultor griego.

– Dadas las especiales condiciones de tu nueva dama, creo que no tienes inconveniente en presentárnosla[23]. De mí puedo decir que ya no vivo, hasta ver esa maravilla. Pero… ¿qué te pasa?.. diríase que esquivas la presentación. ¡Já! ¡Já! ¡Já! ¡Bonito fuera que ya nos tienes hasta celosos!

– Celoso, debo admitirlo, celoso… no de los hombres, sino… mirad hasta dónde llega mi extravagancia. Junto a la imagen de esa mujer, también de mármol, hay un guerrero… su esposo, supongo…[24] Bueno… lo diré todo, aunque se rían de mí… Si no temiera que piensen que estoy loco, creo que lo he imaginado cientos de veces hecho pedazos.