Expedición a las profundidades del océano - страница 2

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Интервал


– ¿Y quién estará al mando?

– Vasiliev.

Hoy me pregunto cómo eligieron a esta gente para la expedición.

– ¡Vasiliev no debería haber aceptado! – Yo dije.

– ¿Por qué? – Serguéiev se sorprendió. – Es un especialista.

– ¡Pero tú! —Insistí. Ahora comparto la indignación de Salnikov. -¿Cómo pudiste estar de acuerdo?

– ¿O tal vez Titov debería haber sido el jefe? – Sergeev me miró con frialdad. —La primera vez que enviaría una expedición cuyo líder no cree en sus objetivos y no sabe qué explorar. ¡Eso estaría mal!

Me quedé en silencio.

Titov es un buen especialista, pero se ocupa de hidroacústica y no de lo necesario para la expedición. Las palabras de Sergeev tienen cierto sentido.

–Los famosos biólogos de aguas profundas estaban ocupados —dijo Serguéiev, como si hubiera leído mis pensamientos. – Ninguno de los disponibles era adecuado en términos de carácter o calificaciones.

Sí, Titov es un excelente nadador de aguas profundas. Pero si empezamos con Vasiliev, todo lo demás encajó solo.

“Al fin y al cabo, el viaje no se consideraba peligroso”, señaló Serguéiev. – Nadie les ordenó inspeccionar esta zona. Simplemente navegamos a lo largo del cañón, eso es todo. Nadie sabe qué pasó.

–Dime —le pregunté directamente—, ¿tú mismo crees en esto?

Sergeev sonrió.

–Entiendo tu confusión. En el siglo XXI, y de repente, viejos cuentos de marineros. Pero, veréis, si estos son cuentos de hadas o no quizá quede claro finalmente en nuestro siglo. ¿Paradoja? No hay ninguna paradoja. Los zoólogos todavía discuten sobre algunos representantes de la fauna terrestre, sobre si existieron o no. Y cuando los científicos descubrieron los peces con aletas lobuladas en el siglo pasado, no querían creer lo que veían. Se creía que los últimos celacantos se extinguieron hace varias decenas de millones de años. Y luego capturaron algunos celacantos más. Entonces, ¿crees que los peces fósiles están empezando a regresar? Nada de eso. La ciencia amplió su búsqueda y los científicos comenzaron a encontrar más celacantos.

–Pero todavía no me he topado con ninguna serpiente marina —observé.

–Puede que sólo haya una o dos de estas serpientes —dijo Serguéiev con seriedad. – Y en algún lugar del último refugio los encontraron.

“Por alguna razón, solían llamarme la atención con más frecuencia”, dije. —Y no se avergonzaron delante de la gente. Si crees en los libros que tiene Vasiliev.