No mires atrás - страница 37

Шрифт
Интервал


Me rodeaba un silencio mortal, interrumpido solo por el latido de mi propio corazón, pero sabía que el tiempo se me acababa. Necesitaba idear un plan para escapar de aquí, pero… mi mente estaba vacía. Completamente vacía. Como un barril agujereado del que se han derramado todas las ideas, todas las estrategias.

Cada pensamiento, tan pronto como nacía, desaparecía al instante, disolviéndose en una niebla de dolor. Con horror, me di cuenta de que ese dolor, que pulsaba en mi cabeza y en mi cuerpo, bloqueaba mi capacidad de pensar.

Cada vez que intentaba concentrarme, un dolor agudo atravesaba mi cráneo, como si agujas se clavaran directamente en mi cerebro. Me revolvía la impotencia, el hecho de que no podía generar ni un solo pensamiento coherente. El pánico quemaba mi mente, como un fuego que lo consumía todo hasta dejarlo en cenizas.

"Lana…" susurré mentalmente, esperando alguna pista, alguna palabra de su voz fría y dura que siempre me había sacado adelante. Pero ella no estaba. Estaba sola, sin ideas ni apoyo, indefensa ante la cara de esta realidad infernal.

Apreté los puños, a pesar del dolor, tratando de recuperar al menos un poco de control. "Quiero vivir… ¡Quiero vivir! ¡Debo sobrevivir!"

Detrás de la puerta, los pasos volvieron a escucharse. Regresé a mi lugar y me quedé quieta, escuchando cada sonido. Esta persona, quienquiera que fuera, claramente se comportaba de manera diferente a los anteriores. Su caminar era cauteloso, incluso inseguro, como si temiera hacer el menor ruido. Se detuvo cerca de la puerta, y por un momento pensé que se había ido, o que todos esos sonidos eran solo producto de mi mente agitada. Pero luego se escuchó un leve golpeteo en la puerta, tan suave que podría haber pasado desapercibido. Eso me devolvió a la realidad.

Me arrastré más cerca y golpeé en respuesta, tratando de no pensar en lo que podría pasar después.

– ¡Estás viva! Pensé que no te recuperarías, – susurró una voz rasposa, inesperada y espeluznante.

– No lo conseguirán, – murmuró entrecortadamente, sintiendo cómo el dolor apretaba mi garganta, haciendo que cada palabra fuera terriblemente difícil de pronunciar.

– ¡Ja! ¿Estás bromeando? Eso está bien… Entonces, realmente estás viva.

– ¿Quién eres? – Me tensé, tratando de entender quién podría estar detrás de la puerta y qué quería.