No mires atrás - страница 38

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– Quién soy no importa. Apostaría a que ni siquiera puedes recordar quién eres. Escúchame, si quieres vivir.

– ¿Debo creerte? – murmuré con sarcasmo, aunque por dentro no tenía nada de humor.

– No tienes opción, – respondió con tono amenazante. – Ahora te vas a alejar cinco pasos y te vas a dar la vuelta. Si me miras, te mato. Si intentas escapar, te mato. ¿Entiendes?

– ¿Algo más claro…? – susurré, sintiendo cómo una ola de miedo recorría mi piel.

Decidí no arriesgarme y retrocedí lentamente cinco pasos, asegurándome de que mi respiración no se descontrolara por el pánico. La puerta se abrió suavemente, y escuché cómo alguien entraba con cautela. Pasaron unos segundos en completo silencio, y la puerta se cerró de nuevo. Los pasos se alejaron rápidamente por el pasillo, y me dio miedo, como si ese momento fuera solo una ilusión fugaz.

Me di vuelta. En el umbral quedó un trozo de pan, una botella de agua y un pedazo de papel en el que apenas pude distinguir unas pocas palabras.

La franja de luz que se filtraba por debajo de la puerta apenas iluminaba el trozo de papel que sostenía en las manos. Tirada en el frío suelo, entrecerré los ojos, tratando de descifrar las torcidas letras:

«Cámbiate de lugar con la vecina. Dentro de una hora. Te llaman Alicia».

Alicia. Ese nombre no me decía nada, no resonaba en mi agotada cabeza. Otra incógnita en esta interminable cadena de pesadillas. Pero, ¿qué significaba «cambiarte de lugar con la vecina»? ¿Con el cadáver?