Emma se convirtió en una especie de "tarjeta de presentación" de la tienda. Sus colegas bromeaban diciendo que ella era su principal "imán" para clientes. Pero para Emma, lo más importante era ver cómo las personas se transformaban, cómo en sus ojos brillaba una chispa de confianza cuando encontraban lo que buscaban. Creía que la moda no era solo apariencia, sino un estado interno, y su sinceridad y calidez ayudaban a las personas a sentirse mejor.
Una de esas clientas era Madame Grace, una mujer de gusto impecable y modales aristocráticos, que parecía haber salido de las páginas de una novela clásica. Madame Grace no solo era una clienta; se convirtió en una especie de inspiración para Emma. Su estilo, que combinaba lo clásico con lo moderno, su habilidad para llevar incluso las prendas más simples con dignidad real, fascinaban a Emma. Cada vez que Madame Grace entraba en la tienda, Emma sentía que su corazón comenzaba a latir más rápido. Sabía que esa visita no sería solo una compra, sino una verdadera lección de estilo y elegancia.
Su comunicación siempre comenzaba con una conversación ligera. Madame Grace amaba contar sobre sus viajes, sobre cómo había vivido en París y asistido a desfiles de casas de moda. Sus historias estaban llenas de detalles vívidos y un humor sutil, y Emma absorbía cada una de sus palabras, como si escuchara un cuento fascinante. Madame Grace, a su vez, apreciaba en Emma su sinceridad y su capacidad para escuchar. A menudo decía que Emma era la única que comprendía su gusto y podía encontrar lo que le quedaba perfecto.
Un día, Madame Grace confesó que venía a la tienda no solo en busca de nuevos atuendos, sino también para disfrutar de la compañía de Emma. "Tú, querida, eres como un soplo de aire fresco", le dijo, sonriendo. "Tu energía y amor por lo que haces me inspiran".
Grace se convirtió para Emma no solo en una clienta, sino en una mentora. Le daba consejos sobre cómo desarrollar su sentido del estilo, cómo encontrar un equilibrio entre lo clásico y lo moderno.
"La moda, querida, no es solo ropa", decía. "Es un arte que nos ayuda a expresarnos. La moda, como comprensión de ciertos procesos en la tierra, siempre ha cambiado. Así evoluciona la humanidad. Nueva era, nuevo ciclo de desarrollo. Y tú tienes el don de ver la belleza en cada persona".